martes, 18 de septiembre de 2018

El otro equipo tenía más goles, pero... ¿realmente ganaron?

He pasado los últimos años entre uniformes y balones. He visto a mi muchacho cambiar de color, de canilleras, de bolso y de bandera. Hace rato que dejó las tallas de niño para usar camisas casi de adulto y ya hasta perdí la cuenta de la cantidad de tacos que he comprado porque le quedan apretados ¡cada 4 meses!.

No recuerdo específicamente cada juego, ni los nombres de otros equipos, tampoco tengo la cuenta de la cantidad de goles. Muchas de mis memorias como mamá futbolera reposan en el disco duro de mi computadora y en el album de mi teléfono. 
Pero seguramente una de las cosas que perdurará en mis recuerdos (al menos por algún tiempo si el alemán no me ataca) es uno de los juegos de mi hijo de este fin de semana.
El juego comenzó normal, como cualquier otro, con saludo de los equipos, presentación de los árbitros y todo lo demás. El cambio empezó al cabo de un rato cuando algunos padres empezaron a gritar para que sus hijos le dieran "más rápido, más fuerte, más vivo" como si se tratara de la copa mundial o de la vida misma, sin importar a quién se llevan por medio... Comenzaron las jugadas rudas, los codazos, los empujones, y lo más triste es que sus padres los animaban para que fueran más rudos, como hombres... ¿Cuándo olvidamos que todo esto empezó porque un pequeñín sólo quería divertirse?

Supongo que la actuación del árbitro influyó en que el juego estuviera plagado de frustración, de peleas, de penales injustos, pero especialmente de golpes (no cantados en su mayoría) donde tres de los nuestros salieron de la cancha, dos por contusión en la cabeza y el otro porque tiene algo en su rodilla.
Creo que es la primera vez que no presté atención al juego, sólo quería que terminara pronto para que no salieran más lastimados. Sólo son niños dando su mejor esfuerzo por ganar, pero sobre todo por jugar, por disfrutar y allí, ese día, nada fue divertido.
Los ánimos empezaron a caldearse detrás de las líneas de la cancha y los padres hasta golpes se ofrecieron unos a otros. Se gritaron, se ofendieron y pretenden que los niños no "se porten mal".
¿Qué es lo que le enseñamos a los que se suponen son el futuro?
Mi hijo me dijo que los niños de ese equipo son geniales, muy chévere, sólo que se dejan llevar por la adrenalina y si nadie les dice nada pues ellos van a seguir adelante por ganar. Pero yo me pregunto, si nosotros como padres no les enseñamos que la vida, como el juego de fútbol, es un trabajo en equipo que debe ser limpio, leal, con valores. Que en las caídas hay que levantarse y seguir corriendo para llegar a la meta. ¿En qué se convertirán?.

Al terminar el juego, una señora gritaba "losers" desde el estacionamiento, yo me limité a verla... era el reflejo de una persona que se atreve a gritar perdedores a otros cuando con su actitud demuestra que ella lo es desde hace tiempo. Me subí a mi carro con el sabor amargo de que estamos perdiendo a nuestros niños, no sólo por la tecnología que los aisla, sino por nosotros mismos que no les damos las herramientas de ser buenos hombres.

Sí, el otro equipo tenía más goles, pero... ¿realmente ganaron?.