Llegamos corriendo pensando en que el tiempo nos había ganado, pero la verdad es que ni el sol tenía planeado despertar..
Una alfombra policromática nos recibió, pero la premura de la hora no nos permitió disfrutar del juego de colores y formas que pueden moverse al ritmo de nuestros pasos.
Llegamos, una interminable espera por registrar lo mucho o poco depositado en nuestras maletas, esperamos, hablamos, jugamos, cantamos, hicimos amigos y seguía la espera... el tiempo en verdad pasa lento cuando la ansiedad también está en la equipaje.
Él, ansioso de conocer el cielo de cerca; Yo ansiosa de enseñarle el mundo fuera de allí.
Después de casi 4 horas, al fin momento de abordar!.. un inconveniente no nos permite salir y debemos regresar a la sala de espera. Gritos, insultos, acusaciones, desespero, todo aquello del que nos hicimos oídos sordos. Nos tocaba esperar la próxima oportunidad, 12 horas más tarde!
Le hice conocer el aeropuerto de la forma más divertida que pude... inventamos destinos para cada avión que salía, hicimos campamento en los rincones de las sillas y hasta una cama cerca del tomacorrientes para cargar el PSP. Me sentí como personaje sacado de un película, una mezcla entre Roberto Begnini y Tom Hanks, entre hacerle la espera divertida a un niño de 8 años y vivir en el aeropuerto.
El atardecer desde la gran ventana que da a las pistas de aterrizaje es espectacular, una mezcla de rosados con narajas y violetas sobre un fondo azul. Dios si que pinta bonito!!
Nuestro destino iba a tener que esperar un día más, salimos de noche, cubiertos de la risa de las estrellas y protegidos por la luz de la luna. Estaba emocionado, impregnaba emoción. Su sonrisa estuvo intacta las 15 horas de espera!!
Esperando... |
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