Salt Lake City, Mayo 2016
Estimados Estudiantes de Caracas:
Estuvimos con ustedes en esos tiempos de entrenamientos en los campos de la Universidad Metropolitana, y digo estuvimos porque las mamás entrenamos en el mismo equipo. Nos calamos el sol en las tardes de prácticas, celebramos más que nadie los goles a favor, lloramos por cada decisión injusta del árbitro, esperamos con nervios detrás de las líneas de cal a que el tiro libre entre en la portería y nos duele (muuuucho) cada falta sobre el cuerpo de nuestros muchachos...
Ustedes dieron a mi hijo su primer número de camiseta. Un 16 que lo hizo llorar porque no era el de Arango o el de Cristiano, porque no le pertenecía a nadie y hoy le pertenece a Él! Ese 16 que lleva con orgullo aún cuando tiene otra bandera. Y como dice su comercial, ¡Lo mejor está en camino!... pero este ex-EstudiantesCSC, este pequeñín que volvía loco a los entrenadores por travieso y hablador, ya da algunos pasos...
Gracias porque abrieron sus puertas a un niñito con mucha energía y una ilusión llamada fútbol.
Gracias porque le enseñaron con algo tan sencillo como cambiarse los tacos si va a salir de la cancha, que la disciplina es la clave para superarse a cada instante.
Gracias porque aprendió que para ganar se requiere trabajar en equipo y hoy, desde la distancia, él y yo somos un gran equipo!
Gracias por acompañarnos en cada juego!
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